Las ciudades están hechas de pequeños trozos de otras ciudades.

Son mosaicos creados por la suma de otros tantos que a su vez encierran en sí otros y así infinitamente sin que nunca lleguemos a encontrar la tesela que les dio origen.

Sin la Historia como argumento, que justifica por sí misma ese pandemónium que es el principio mismo de las ciudades, su realidad continúa en activa expansión sin que sea lógico ni abordable dilucidar cuál fue su germen ni cuál será su desenlace.

En la mayoría de ocasiones las ciudades no tienen más justificación que la que les dan sus habitantes. Con “Españoles por el mundo” el programa de TVE, al igual que con sus “parientes” regionales, he descubierto cómo a muchos de nuestros emigrantes les es fundamental, razón casi vital en su proceso de adaptación a la ciudad que les acoge, encontrar en ella lugares que de alguna manera les trasladen a su ciudad de procedencia.

Durante el pasado agosto, se expuso en Málaga la muestra “Simetrías de un espacio” (Museo de Málaga, Palacio Episcopal. Málaga) en el que mediante una serie de imágenes contrapuestas de Andalucía y Marruecos, su autor, el fotógrafo Antonio Pérez, ilustraba la continuidad existente entre ambas regiones en aspectos sociales, culturales y geográficos. Así, en muchas de las instantáneas, había ocasiones en las que era difícil distinguir si las tomas habían sido realizadas a un lado u otro del charco dadas las similitudes existentes.

Es algo muy común y aceptado que  <<La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es la Habana con más salero>> (Habaneras de Cádiz, Carlos Cano); que en el Desierto de Tabernas, Hollywood encontrara desde finales de los 50 el lugar idóneo desde el que documentar el colonialismo del oeste norteamericano. Julio Juste en su muy recomendable libro “Cuatro ciudades del reino de Marruecos” observaba que Xaouen (o Chefchauen) era Granada y que en sus callejas pintadas de añil aún latían ecos del Albaicin granadino; mientras que en Huelva, el Barrio Reina Victoria abarca desde principios del XX no sólo un muestrario de arquitecturas inglesas, holandesas o alemanas que la Riotinto Company Limited construyó como medio de contextualizar en un entorno conocido a las numerosas familias inglesas traídas ex profeso a la ciudad para la explotación minera  sino que la herencia persiste en los Gordon o Crossman que aún pasean por sus calles

Muchas de esas referencias están tan documentadas que, como en el caso de Cádiz o Almería, están ya suficientemente asimiladas por todos. Como individua (qué mal suena esta palabra), y es en a este último caso al que vengo a referirme, la propia memoria es la que encuentra y almacena ecos de experiencias pasadas. Son las referencias que el ciudadano utiliza para ‘encontrarse’ en su ciudad, lejos de la globalización que hace tan similares, casi idénticos, los extrarradios de las ciudades. Muchos de los barrios y calles consolidados, aquéllos que se han dejado escribir por sus habitantes, ofrecen en apariencia referencias lejanas de otras muchas urbes.

La configuración topográfica de Génova, muy montañosa, de morfología lineal organizada a lo largo de la costa, con un grado de urbanización y edificación ciertamente denso es similar a la parte este de Málaga (jornadas Iterreg IIIB “C2M: Integración del frente Marítimo en el Centro Histórico”). Lagunillas, San Felipe y otros barrios del centro histórico de Málaga son escenarios recientes de ciudades bombardeadas en los Balcanes, mientras que, por contra, la calle Larios asume tipologías anglosajonas y norteamericanas.

Quién no pasea por calle San Agustín frente al Picasso-Palacio de Buenavista y no atisba en su fachada pétrea de sobria traza renacentista un edificio más castellano que andaluz; o pasea por los Jardines de la Concepción o San José ensoñándose con lejanas selvas tropicales.

La esencia del lugar, que no es más que la suma de esas otras muchas esencias que laten en él.  Cuando paseo por la ciudad, me dejo llevar por los recuerdos que de otras ciudades retengo a través de mis viajes o de mis estancias. Es cierto que encuentro en el puerto de Málaga, en su antiguo silo ya inexistente, en la cuesta del Cerrado de Calderón o la entrada desde los montes recuerdos de mi Génova de estudiante. También que desde el pequeño malecón de los Baños del Carmen vislumbro imágenes de una Cartagena de Indias inventada o que más concretamente, en la nueva plaza, verdadero atrio frente al remodelado Teatro Romano, quiero ver los atardeceres del San Nicolás granadino.

Observando los miradores que coronan antiguos eedificios residenciales de la Alameda me acuerdo de mi Cádiz natal y desde la plaza de la Merced puedo imaginar sobre los restos del antiguo Astoria la iglesia de San Antonio que aún se erige en la plaza del mismo nombre, no como las de la Paz o de la Merced, de las cuales sólo resta su nombre . Desde  el puente de Armiñán, el Guadalmedina me recuerda a la ría de Bilbao por Aste Nagusia y paseando por Bellavista creo encontrarme el Sardinero a su fin.

Si la base de la creación artística es un batiburrillo de referencias adquiridas, ¿por qué no emplear lo mejor de ellas en nuestros espacios urbanos?

Ahi queda…

Buen fin de semana

Las ciudades están hechas de pequeños trozos de otras ciudades.

Son mosaicos creados por la suma de otros tantos que a su vez encierran en sí otros y así infinitamente sin que nunca lleguemos a encontrar la tesela que les dio origen.

Sin la Historia como argumento, que justifica por sí misma ese pandemónium que es el principio mismo de las ciudades, su realidad continúa en activa expansión sin que sea lógico ni abordable dilucidar cuál fue su germen ni cuál será su desenlace.

En la mayoría de ocasiones las ciudades no tienen más justificación que la que les dan sus habitantes. Con “Españoles por el mundo” el programa de TVE, al igual que con sus “parientes” regionales, he descubierto cómo a muchos de nuestros emigrantes les es fundamental, razón casi vital en su proceso de adaptación a la ciudad que les acoge, encontrar en ella lugares que de alguna manera les trasladen a su ciudad de procedencia.

Durante el pasado agosto, se expuso en Málaga la muestra “Simetrías de un espacio” (Museo de Málaga, Palacio Episcopal. Málaga) en el que mediante una serie de imágenes contrapuestas de Andalucía y Marruecos, su autor, el fotógrafo Antonio Pérez, ilustraba la continuidad existente entre ambas regiones en aspectos sociales, culturales y geográficos. Así, en muchas de las instantáneas, había ocasiones en las que era difícil distinguir si las tomas habían sido realizadas a un lado u otro del charco dadas las similitudes existentes.

Es algo muy común y aceptado que  <<La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es la Habana con más salero>> (Habaneras de Cádiz, Carlos Cano); que en el Desierto de Tabernas, Hollywood encontrara desde finales de los 50 el lugar idóneo desde el que documentar el colonialismo del oeste norteamericano. Julio Juste en su muy recomendable libro “Cuatro ciudades del reino de Marruecos” observaba que Xaouen (o Chefchauen) era Granada y que en sus callejas pintadas de añil aún latían ecos del Albaicin granadino; mientras que en Huelva, el Barrio Reina Victoria abarca desde principios del XX no sólo un muestrario de arquitecturas inglesas, holandesas o alemanas que la Riotinto Company Limited construyó como medio de contextualizar en un entorno conocido a las numerosas familias inglesas traídas ex profeso a la ciudad para la explotación minera  sino que la herencia persiste en los Gordon o Crossman que aún pasean por sus calles

Muchas de esas referencias están tan documentadas que, como en el caso de Cádiz o Almería, están ya suficientemente asimiladas por todos. Como individua (qué mal suena esta palabra), y es en a este último caso al que vengo a referirme, la propia memoria es la que encuentra y almacena ecos de experiencias pasadas. Son las referencias que el ciudadano utiliza para ‘encontrarse’ en su ciudad, lejos de la globalización que hace tan similares, casi idénticos, los extrarradios de las ciudades. Muchos de los barrios y calles consolidados, aquéllos que se han dejado escribir por sus habitantes, ofrecen en apariencia referencias lejanas de otras muchas urbes.

La configuración topográfica de Génova, muy montañosa, de morfología lineal organizada a lo largo de la costa, con un grado de urbanización y edificación ciertamente denso es similar a la parte este de Málaga (jornadas Iterreg IIIB “C2M: Integración del frente Marítimo en el Centro Histórico”). Lagunillas, San Felipe y otros barrios del centro histórico de Málaga son escenarios recientes de ciudades bombardeadas en los Balcanes, mientras que, por contra, la calle Larios asume tipologías anglosajonas y norteamericanas.

Quién no pasea por calle San Agustín frente al Picasso-Palacio de Buenavista y no atisba en su fachada pétrea de sobria traza renacentista un edificio más castellano que andaluz; o pasea por los Jardines de la Concepción o San José ensoñándose con lejanas selvas tropicales.

La esencia del lugar, que no es más que la suma de esas otras muchas esencias que laten en él.  Cuando paseo por la ciudad, me dejo llevar por los recuerdos que de otras ciudades retengo a través de mis viajes o de mis estancias. Es cierto que encuentro en el puerto de Málaga, en su antiguo silo ya inexistente, en la cuesta del Cerrado de Calderón o la entrada desde los montes recuerdos de mi Génova de estudiante. También que desde el pequeño malecón de los Baños del Carmen vislumbro imágenes de una Cartagena de Indias inventada o que más concretamente, en la nueva plaza, verdadero atrio frente al remodelado Teatro Romano, quiero ver los atardeceres del San Nicolás granadino.

Observando los miradores que coronan antiguos eedificios residenciales de la Alameda me acuerdo de mi Cádiz natal y desde la plaza de la Merced puedo imaginar sobre los restos del antiguo Astoria la iglesia de San Antonio que aún se erige en la plaza del mismo nombre, no como las de la Paz o de la Merced, de las cuales sólo resta su nombre . Desde  el puente de Armiñán, el Guadalmedina me recuerda a la ría de Bilbao por Aste Nagusia y paseando por Bellavista creo encontrarme el Sardinero a su fin.

Si la base de la creación artística es un batiburrillo de referencias adquiridas, ¿por qué no emplear lo mejor de ellas en nuestros espacios urbanos?

Ahi queda…

Buen fin de semana