Habitualmente la realidad que se nos cuenta suele contener retazos de una verdad interpretada, subjetiva. En la mayoría de ocasiones las sucesivas interpretaciones que se hacen de un hecho le llegan a distanciar tanto del original que casi se concluye en dos verdades diametralmente opuestas.
En esta ocasión, la realidad es que el fuego consumió -por razones aún no esclarecidas- el antiguo cine Andalucía, ubicado al inicio de la calle Victoria en Málaga capital, el pasado sábado día 15 de marzo. Al margen del eco que los medios se hicieron de la noticia, días después, y tras anunciarse la de por sí consabida certeza de que el edificio sería demolido de forma cautelar en breve, la ciudad no ha clamado excesivamente al respecto. Y el maltratado cine, finalmente desaparecerá. El cine convertido en amenaza. Y su eliminación como única solución.
La idea de propiedad intelectual o derechos de autor en la arquitectura es casi una utopía. Cuando emerge un nuevo edificio en la ciudad, su imagen, su presencia urbana pasa automáticamente a ser propiedad de todos, mal que le pese a muchos. Se acrecienta cuando hablamos de un entorno de especial protección como es el Centro Histórico de una ciudad.
Una arquitectura inerte, sin actividad humana, es un monstruo en estado vegetativo que parece despedirse poco a poco de nuestro mundo. El edificio de la Mundial fue hasta hace no demasiado tiempo, una desvencijada pensión. No obstante, su inminente desaparición ha devuelto a la luz hechos que muchos ciudadanos desconocíamos. El tiempo y la desidia le habían desvirutado su antiguo esplendor. La Mundial comenzó a despedirse desde el mismo momento en que la comenzaron a aislar, desubicándola y dejándola fuera de juego. Las piezas del damero han ido cayendo paulatinamente y ya sólo queda el rey. Pronto no quedará ni el tablero. Mientras menos pasado se le estime a un objeto más fácil nos será asimilar su desaparición.
Perdemos un edificio más de nuestro patrimonio urbano y arquitectónico (incluido en la Guía de Arquitectura de Málaga. VVAA. Consejería de Fomento y Vivienda, Junta de Andalucía. Año 2005), pero también y no menos importante, sentimental. Los años transcurridos hasta este desenlace entre esperas, negociaciones, propuestas y recalificaciones no han hecho sino distanciar los lazos que unían al ciudadano con este espacio. Málaga, como tantas otras ciudades históricas está llena de ejemplos.
El Palacio del Marqués de la Sonora, (o de Gálvez, o de Solesio) situado frente a la Iglesia de Santiago era uno de los inmuebles barrocos más representativos de nuestra ciudad. Una gran pieza urbana, que, ocho años después de su anunciada reconversión como primer gran hotel de categoría gran lujo de la ciudad, se nos ofrece como una ruina olvidada. Si bien en el mejor de los casos ganaremos una infraestructura hotelera de calidad -ojalá también arquitectónica- jamás recuperaremos el edificio que allí existió. Los grandes edificios de la plaza del Teatro, ambos proyectados por el arquitecto Gerónimo Cuervo a mediados del siglo XIX, corrieron igual suerte, sus cascarones vacíos se asoman a un abismo interior que sigue durmiendo el sueño de los justos. Las viviendas de la Coracha, los cines Astoria y Victoria, los antiguos almacenes de Félix Sáenz, la Equitativa, la antigua pensión de la Mundial, todos ejemplos de que no sólo se pierde en muchos casos una valiosa escenografía urbana, sino también una forma de construir, de proyectar, de crear que, perteneciendo a épocas pasadas, deberían verse en la actualidad desde una perspectiva respetuosa y paciente, y con suficiente capacidad para tejer con inteligencia pasado y presente. Sin disimular con apariencias añejas, formas y estructuras actuales.
¿El cine Andalucía será el siguiente pero cómo podremos evitar que no vengan más detrás?