EDIFICIO RESIDENCIAL DE 7 VIVIENDAS
Situación: Málaga. Barrio del Molinillo
Cliente: Privado
Superficie: 620 m²
Fecha: 2024
Proyecto, Dirección y Jefatura de Obras: endosdedos arquitectura (María Martín & Francisco Padilla).
Dir. Ejecución y Coordinación SyS: María Vargas
Contrata albañilería: Adrián García Construcciones
Fotografías: Loveladrillo
Estado: Obra terminada
El término mazarí designa tanto el material cerámico como el horno artesanal donde se cuece, tradicional y lentamente, durante cerca de una semana.
Vélez-Málaga, declarada “zona de interés artesanal” por la Junta de Andalucía, conserva 14 tejares históricos que siguen produciendo ladrillos mazaríes con técnicas ancestrales anteriores al siglo XV
La parcela se sitúa en el barrio del Molinillo, zona de expansión histórica hacia el norte de la ciudad malagueña, antiguo arrabal de huertas conventuales y alquerías medievales. A finales del siglo XIX se urbaniza con una retícula ortogonal de viviendas unifamiliares y casas de vecinos organizadas en torno a patios centrales. Las grandes manzanas generan un vacío interior donde los patios actúan como una segunda fachada.
La normativa limitaba la profundidad de la edificación, de modo que el espacio restante se convierte en un jardín interior que conserva vestigios de la construcción original en las medianerías de cantería. El edificio se organiza en cuatro niveles, con 7 viviendas, zonas comunes y una cubierta equipada con solárium y pequeña alberca.
La fachada principal busca dialogar con hitos cercanos construidos en ladrillo con fuerte tratamiento plástico —como el Mercado de Salamanca o las obras de Daniel Rubio y Guerrero-Strachan— que consolidaron la imagen neomudéjar del barrio a comienzos del siglo XX. Su composición se define mediante ladrillo macizo destonificado de los alfares de Vélez-Málaga y llagueado de cal, modulada según formato de pieza y celosías cerámicas cuadradas (15×15×7 cm) integradas en bastidores metálicos móviles.
La fachada trasera adopta una composición más libre de llenos y vacíos, evocando las autoconstrucciones del entorno, con carpinterías color cerámico sobre un acabado continuo de mortero de cal romano. Su imagen, mediterránea y luminosa, actúa como telón de fondo del patio-jardín.
En el interior, los alicatados grecados en tonos naturales, ocres y azules se combinan con solería de terrazo tradicional, cerrajería sencilla y carpinterías de roble que aportan calidez y coherencia cromática.
En este contexto, el edificio busca integrarse y, a la vez, ofrecer un nuevo referente visual que refuerce la memoria urbana en un entorno donde los residentes comienzan a perder las señas que definían su sentido de barrio.



